01 febrero 2022

¿ES QUE LA LOCALIZACIÓN DE UNOS CUANTOS ENTES ADMINISTRATIVOS PODRÁ REVERTIR LAS TENDENCIAS DE CONCENTRACIÓN ESPACIAL DE LA POBLACIÓN?

En la edición digital de El País del 31/01/2022 se recoge la información de que el Gobierno ha puesto en marcha varios proyectos para implantar distintos organismos públicos en zonas con problemas de despoblación. Así, en Mérida, Teruel, Alcázar de San Juan, Linares y Miranda de Ebro se instalarán sendos centros tecnológicos de RENFE; y dos nuevos centros de la UNED en Alcañiz y Ponferrada. Según dicha información estos centros suponen “la creación de entre 40 y 125 puestos de empleo cualificados”. 

Además, parece inminente un Real Decreto que regulará la adjudicación de nuevas instituciones públicas a aquellos territorios cuyas Administraciones lo soliciten. La localización se decidirá en atención a la intensidad de la despoblación y por las ventajas que ofrezcan los territorios para el asentamiento de la institución y de sus empleados. 

Se dice que las medidas forman parte de la estrategia del Ministerio de Política Territorial para combatir la despoblación y “potenciar el papel vertebrador de las instituciones públicas en el conjunto del territorio”. 

No se puede dejar de considerar que se trata de una información en plena campaña electoral de Castilla y León, pero, puesto que se anuncia el inicio de un proceso de descentralización administrativa, cabe preguntarse si realmente se cree que este tipo de medidas pueden tener algo más que un efecto cosmético; si  podrán modificar la inercia de una estructura territorial que se ha ido conformando de acuerdo con las condiciones del medio natural y de la actuación humana a lo largo de los siglos.

Para corregir la debilidad demográfica de las comarcas “despobladas” no serán útiles pequeñas y poco eficaces actuaciones que no van a modificar la actual estructura territorial. La estrategia de localización de las actividades económicas se guía por la necesidad de garantizar rentabilidades. Las decisiones de las personas libres para elegir dónde vivir se rigen, además de por criterios económicos, por razones culturales muy variadas como, por ejemplo, disfrutar de la “animación” urbana.

¿Por qué se hacen planteamientos propios de trasnochadas economías planificadas, y se ignora que la revolución tecnológica nos pone ante una realidad muy diferente, que modifica radicalmente los factores de localización? 

¿Se ha estudiado la eficacia de la reubicación de entidades públicas para la repoblación y desarrollo endógeno de los territorios supuestamente beneficiados?

¿Se ha evaluado la eficiencia de los recursos públicos dedicados a llevar a cabo esta reubicación? Julio Vinuesa



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