24 noviembre 2021

LA UTILIZACIÓN DE LA DESPOBLACIÓN COMO ARMA ELECTORAL

Recientes iniciativas políticas, aparentemente interesadas en luchar contra la despoblación, vuelven a poner de moda este tema en contra de la evidencia de que la creciente concentración urbana es un fenómeno global e irreversible, agudizado desde que la popularización del automóvil dio más libertad para elegir el lugar de residencia y debilitó el anclaje al lugar de trabajo. 

Ante esta evidencia, no queda mas remedio que pensar que lo que se pretende con estas iniciativas es un rendimiento político. Un rédito electoral muy jugoso al estar roto el principio democrático de cada persona un voto: el voto de las circunscripciones con menos densidad de población tiene mucho mayor peso en el parlamento que el de un ciudadano de las provincias de Barcelona, Bilbao, Málaga, Madrid, Valencia, Sevilla…

En la búsqueda del valioso voto rural se fomenta el victimismo, obviando que los millones de personas que han abandonado o “vaciado” el medio rural para incorporarse a las ciudades no son víctimas, sino partícipes de los muchos avances y mejoras para sus vidas que ha supuesto el proceso de urbanización. Se argumenta, también, que esos territorios con decreciente población no se ven representados, pero se olvida que el voto no es de los territorios, sino de las personas y los elegidos representan a las personas, por más que la satisfacción de algunos de los derechos básicos dependan de las estructuras territoriales y de su organización político administrativa. 

Respecto al proceso de despoblación, nos han parecido muy relevantes las opiniones de Julio Llamazares, por su contenido y por quien las defiende, publicadas en una reciente entrevista en El Mundo:

“El campo sigue vaciándose porque es un proceso irreversible, no tiene marcha atrás. Responde a un cambio de modelo cultural, económico, antropológico me atrevería a decir…” “… hablar de revertir la despoblación del campo es engañar a la gente. No va a pasar, hagan lo que hagan los políticos. 

En este blog hemos expresado opiniones semejantes en anteriores ocasiones. Creemos que las inversiones anunciadas para “hacer frente a la despoblación rural” serán, por regla general, despilfarro de dinero público, quizás solo útiles para aparentar solidaridad con causas ya irremediablemente perdidas. No será eficaz la utilización de los Fondos Europeos en remedios paliativos y cortoplacistas.

En este debate parece que a nadie le interesa afrontar el proceso de la redistribución espacial de la población con una visión a largo plazo, imaginando nuevos escenarios a partir de las muchas posibilidades que ofrecen los cambios tecnológicos y de una utilización más inteligente y sostenible de las energías, y poniendo la atención en el enorme valor que tienen por sí mismo esos territorios despoblados, vacíos de personas y de actividad pero pletóricos de bienes naturales y paisajísticos 

Es erróneo el diagnóstico que hace ver como únicas culpables de la despoblación a las grandes ciudades y es falaz el mensaje de que ese proceso se podrá revertir desde el Parlamento. Es una evidencia histórica que luchar contra la tendencia de concentración urbana es una pérdida de tiempo y de recursos y los hipotéticos éxitos electorales de estas iniciativas servirán para fragmentar el Parlamento con más organizaciones surgidas en defensa de intereses particulares. Pedro Moraleda-Julio Vinuesa


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