14 junio 2021

¿ACASO PUEDE SER AHORA LA ELECTRICIDAD MÁS BARATA?


La reciente modificación de las tarifas eléctricas vuelve a disparar el debate sobre el precio de la electricidad, pero la realidad se impone de nuevo a la demagogia.

El mundo está iniciando la transformación histórica: de un modelo económico movido por energías fósiles (carbón, derivados del petróleo y gas), hacia otro modelo cuyo motor todavía no tenemos claro cuál será. Y, en tanto no haya un salto cualitativo en baterías eléctricas o no se produzca hidrógeno a escala industrial y pueda manejarse sin riesgo o no se domine la fusión nuclear, no hay alternativa barata a las muy eficientes energías fósiles. 

Pero no se puede esperar más para llevar a cabo esta transición, aunque el cambio de modelo energético tenga costes: por un parte el de las emisiones de carbono que, aplicando el principio de que quien contamina paga, está encareciendo el uso de las energías fósiles; por otra, el coste de los sistemas complementarios para las energías renovables que no dependen de nuestra voluntad sino del viento, el sol o la lluvia.

De momento, una forma de aminorar el coste de la transición es utilizar inteligentemente la energía; esto significa ahorrar lo que sea posible aceptando que un precio alto es el mejor incentivo para el ahorro y, en el caso de energías no acumulables como la electricidad, ajustar el consumo a los momentos de menor demanda.

En resumen, que no parece coherente exigir ahora electricidad barata si lo que queremos es eliminar rápidamente de nuestra matriz energética las fuentes de energía contaminantes, a la par que finitas. 

PM/15.06.21



2 comentarios:


  1. Como ocurre tantas veces, el encarecimiento de la electricidad focaliza toda la atención social en su precio y se soslaya su utilidad para satisfacer las necesidades y proporcionar bienestar y los efectos de su consumo de sobre el medio ambiente: su valor.

    Si la forma de cambiar los hábitos de consumo es presionar con los precios, ¿por qué el Gobierno cambiando, una vez más, de criterio se plantea ahora suavizar los impuestos para aligerar la presión sobre las economías familiares? ¿No existe la posibilidad de que se produzca un abaratamiento de los precios por la reducción de los costes y del CO2? ¿Se ha convertido el coste de la electricidad en algo necesariamente creciente, incontrolable e imprevisible?

    Pensando sólo en las economías familiares, la elevación de los precios o la reducción de impuestos de forma indiscriminada, tendrán efectos muy desiguales dependiendo de los niveles de renta. Al tratarse de un bien de primera necesidad y ser obligación de los poderes públicos atender la penuria energética ¿no deberían implementarse sistemas de facturación más sencillos y que ajusten los impuestos a las capacidades económicas de los hogares?

    Los poderes públicos no hacen el esfuerzo necesario para concienciar al conjunto de la sociedad sobre el valor de la electricidad ante la urgente necesidad del cambio de modelo pensando en la emergencia climática, de que hay que hacer un uso más inteligente de la energía. ¿Será el encarecimiento un argumento suficiente para que los ciudadanos adopten otras pautas de consumo?

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  2. Al grano con tus preguntas:
    Precio/valor de la energía y medioambiente: Cuando el precio de un producto o servicio disminuye, la demanda sube y que suba la demanda de energía con el sistema actual de generación muy dependiente de las energías fósiles, es muy perjudicial para el medioambiente.
    Opción de bajar los impuestos para reducir el precio: aparte de lo dicho en el punto anterior del efecto de un bajo precio sobre la demanda, mejor alternativa es aprovechar o reorientar esos impuestos a aliviar la penuria energética, subvenciones, no indiscriminadas, para asegurar el suministro de este bien de primera necesidad a los más desfavorecidos económicamente.
    Opción de reducir el precio del CO2: el mercado de derechos de emisión de CO2 es un mercado internacional que no se puede manipular unilateralmente, además, iría contra el principio esencial de la transición energética de que quien contamina paga.
    Suficiente concienciación pública sobre el valor de la electricidad o el esfuerzo de la transición: si la relevancia de un problema o reto está ligada a la concienciación pública sobre el mismo, yo diría que sí hay suficiente concienciación; donde hay insuficiencia es en la coherencia entre lo que pensamos o decimos que hay que hacer y lo que hacemos realmente; de las encuestas sobre el problema medioambiental realizadas en España se deduce que hay una gran disociación entre lo que declaramos en las encuestas y lo que luego hacemos, mayor disociación que en otros países de la UE.
    La concienciación real habría de ser sobre el sacrificio de la transición, que no va a ser gratis, pero en nuestro ambiente político ningún gobernante se atreve a pedir sacrificios a la población.
    Es suficiente el encarecimiento de la energía para reorientar las prácticas de consumo: aunque no fuera suficiente, sí es el más efectivo y de resultado inmediato, y no se puede perder más tiempo tratando de educar a la gente ante la emergencia climática.

    Un comentario final sobre el debate de las tarifas eléctricas caras: la nueva discriminación horaria sobre usos de la electricidad es una medida correcta y las protestas tienen aire demagógico; las nuevas tarifas realmente no encarecen su uso, sino que inducen a que se utilice la electricidad más inteligentemente porque no es una energía que se pueda acumular y conviene consumir cuando hay excedente; no creo que sea tan gran sacrificio para un hogar desfavorecido económicamente utilizar sus electrodomésticos fuera de los horarios de consumo punta.PM

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